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jueves, 9 de octubre de 2008

Letra H


hacer dedo. Hacer autoestop. Balancear el pulgar al costado del camino, en la esperanza de que finalmente algún automovilista no dé por sentado que le vamos a abrir la yugular con una navaja.


hamaca. Columpio. Tabla colgada de dos cadenas para que los niños se entretengan yendo de atrás para adelante y de arriba a abajo. Algunos lo intentan también de derecha a izquierda.


hándbol. Jamás balonmano.


heladera. Frigorífico. Mientras que frigorífico en Argentina es otra cosa.¿hola? ¿Diga? Manera de atender el teléfono. La forma argentina resulta menos humillante si el que llamó es mudo.


hongo. Seta. En Argentina no distinguimos un hongo como los del roquefort de los que crecen a los pies de los árboles, con tallo y sombrero.


hora pico. Hora punta. No es la hora de comer de los pájaros.


hornalla. Cada uno de los fuegos de los que, en número de dos, tres o cuatro, suele estar dotada una cocina.

Cuentito

Había una vez, en un pueblo, dos hombres que se llamaban Joaquín González. Uno era sacerdote y el otro era taxista. Quiere el destino que los dos mueran el mismo día. Entonces, llegan al cielo, donde les espera San Pedro.
- ¿Tu nombre? - pregunta San Pedro al primero.
- Joaquín González.
- ¿El sacerdote?
- No, no, el taxista.
San Pedro consulta su planilla y dice:
- Bueno, te has ganado el Paraíso. Te corresponden esta túnica con hilos de oro y esta vara de platino con incrustaciones de rubíes. Puedes pasar.
- Gracias, gracias .... -dice el taxista.
Pasan dos o tres personas más, hasta que le toca el turno al otro Joaquín González.
- ¿Tu nombre?
- Joaquín González.
- ¿El sacerdote?
- Sí.
- Muy bien, hijo mío. Te has ganado el Paraíso. Te corresponden esta bata de lino y esta vara de roble con incrustaciones de granito.
El sacerdote dice:
- Perdón. No es por desmerecer, pero... debe de haber un error. ¡Yo soy Joaquín González, el sacerdote!.
- Sí, hijo mío, te has ganado el Paraíso. Te corresponden la bata de lino...
- ¡No, no puede ser! Yo conozco al otro Joaquín González, era un taxista, vivía en mi pueblo, ¡era un desastre como taxista!. Se subía a las aceras, chocaba todos los días, una vez se estrelló contra una casa,conducía muy mal, tiraba las farolas, se lo llevaba todo por delante...Y yo me pasé setenta y cinco años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia. ¿Cómo puede ser que a él le den la túnica con hilos de oro y la vara de platino y a mí esto?, ¡Debe de haber un error!.
- No, hijo mío, no es ningún error -dice San Pedro-. Lo que ocurre es que aquí, en el cielo, nos hemos acostumbrado a hacer evaluaciones como las que hacen ustedes en la vida terrenal.
-¿Cómo?. No entiendo.
- Sí, ... ahora trabajamos por objetivos y resultados... Mira, te voy a explicar tu caso y lo tenderás enseguida: Durante los últimos 25 años, cada vez que tú predicabas, la gente se dormía; pero cada vez que el conducía, la gente rezaba. Y.... LOS OBJETIVOS SON LOS OBJETIVOS